lunes, 13 de febrero de 2012

Cuando el corazón sigue latiendo


Muchas veces la palabra amor se asocia a juventud, sin embargo la necesidad de amor, afecto y ternura es un sentimiento universal que no pertenece a ninguna franja de edad.
El amor es uno de los regalos más maravillosos que puede recibir un ser humano en cualquier momento de su vida.
El verdadero amor no se apoya en lo físico, puesto que esta atracción es muy cambiante y depende de muchas variables, de las cuales algunas son externas. En cambio, sí se basa en lo espiritual, donde la relación se da a un nivel más profundo, soportada por los sentimientos y los pensamientos.
Cuando se llega a la madurez, se ha aprendido a amar de una manera más completa, que supera al enamoramiento y la pasión de los años jóvenes, ya que en estos suelen dominar los instintos.
El amor de juventud es mayoritariamente pasional, donde principalmentese se busca la propia felicidad .
Las parejas de la tercera edad, han aprendido a compartir, tanto los buenos momentos y recuerdos, así como enfermedades, achaques y pérdidas. Esto junto con la suma de la disminución física que trae aparejada una merma en las actividades, son factores que favorecen el compañerismo y la cooperación de la pareja.
Hay muchas ocasiones en que cuando uno de los miembros de la pareja fallece cae sobre la persona que ha quedado viuda el peso abrumador de la soledad, y se animan a vivir un nuevo amor a una edad avanzada.

El personal de los centros para la tercera edad, a menudo son testigos de esos impulsos del corazón que se desencadena entre sus residentes.

Por otra parte, las parejas tardías suscitan en muchos, un cierto escándalo íntimo, pues consideran que las personas mayores son gente serena, que se van desprendiendo progresivamente de la vida preparandose a morir, pero la pasión que se despierta en ellas echa por tierra esta idea.
Además, a muchos hijos les cuesta asimilar que sus padres, mayores, tengan vida sexual, a lo que se suma un sentimiento cercano a los celos, y porque creen que la madre o el padre difuntos han caido rápidamente en el olvido, como si el nuevo lazo afectivo implicara un rechazo del pasado, pero esto no es así, ya que si hubo una relación profunda esta dejó una huella que ninguna otra relación podrá borrar. Además está el tema de la herencia, por lo que dejar clara la transmisión de los bienes facilitará la acogida de la persona recién llegada.

Vivir un nuevo amor a una edad avanzada revela una vitalidad formidable que debería maravillarnos y tranquilizarnos, pues nos demuestra que es posible vivir hasta el final una vida plenamente humana.