viernes, 23 de septiembre de 2011

El Infarto de Miocardio







Se dice que cáncer, carretera y corazón son las causas por las que más gente muere en el primer mundo.
El reconocer un infarto agudo de miocardio puede hacer la diferencia entre sobrevivir o no.
A pesar del
gran acceso a la información que existe hoy en día, todavía se tienen muchas dudas acerca del infarto agudo de miocardio y de qué esperar cuando uno mismo o alguien cercano lo experimenta.
Son muchas las familias donde alguno de sus componentes o conocidos ha sufrido un infarto de miocardio.
El infarto no solo cambia la vida de quien lo padece, sino también de las personas que conviven con el, principalmente la pareja, ya que los primeros tiempos una vez que ha pasado este, se establecen una serie de cambios en el estilo de vida ya que hay que renunciar a determinados hábitos muy arraigados que conviene cambiar.
La falta de información sobre la enfermedad y muchas veces la información errónea que existe a nivel popular, unido al tem
or por una posible reaparición de un episodio coronario e incluso el temor a un desenlace fatal, pueden llegar a desencadenar un estado de desasosiego y desesperanza.
Esto no sólo afecta a la salud física sino que conlleva profundos cambios en importantes áreas del comportamiento, tales como las relaciones sociales, la familia, el área laboral, sexual, y el área del deporte y el ocio, se ven afectadas, y en muchas ocasiones, de forma negativa, siendo una de las consecuencias psicológicas del infarto la depresión.
Pasar por un infarto de miocardio es una experiencia muy fuerte, dura e inesperada. Los pacientes que sufren una enfermedad cardiaca (e incluso sus parejas) en muchos casos, suelen experimentar diversas reacciones psicológicas tales como miedo, temor, ansiedad, nervios, estado de ánimo bajo, decaimiento, sentimientos de culpa, e ira o irritabilidad.
Las emociones negativas pueden preceder a la enfermedad cardiaca o aparecer como consecuencia de ésta.

Otro aspecto que puede contribuir es el hecho de que la familia esté excesivamente pendiente del paciente y no lo deje hacer casi nada. Esta situación puede vivirse bastante mal por parte del paciente (no es cierto que el paciente no pueda hacer nada).
A veces, c
on la mejor intención, la familia puede caer en una actitud sobreprotectora y la sobreprotección no es buena para nadie. Pero también la situación opuesta, cuando el paciente no tiene apoyo emocional, está asociada a un peor pronóstico, en cambio, el apoyo emocional proporcionado por la familia, puede jugar un papel importante en la recuperación de la enfermedad cardiaca.
Las emociones negativas a su vez, facilitan la aparición de estilos de vida no saludables y esto hace que se incrementen las conductas de riesgo.
Una perso
na crónicamente enfadada, muy nerviosa, o deprimida, tiene más probabilidad de sufrir nuevos episodios cardiacos, así como consumir alcohol en exceso, llevar una dieta incorrecta, fumar, dejar de hacer ejercicio e incluso de no cumplir las prescripciones médicas.
Muchos pacientes viven la experiencia del infarto como una pérdida importante.
No sólo pérdida de salud, sino pérdida de ilusiones, de esperanzas. Es como s
i la vida se hubiese acabado. Pero lo cierto es que las pérdidas como es el caso de la enfermedad, forman parte del hecho de vivir, y de cómo se vivan estas van a depender los recursos psicológicos que cada persona tenga, pues lo que para una persona puede ser un reto, o un desafío, para otra persona puede ser un obstáculo insalvable.
No es lo mismo aceptar que resignarse. No es lo mismo aceptar que uno ha sufrido un infarto de miocardio y que ese hecho va a conllevar una serie de cambios en su vida, que resignarse a él.
Es importante aprender a aceptar aquello que no depende de uno mismo, aquello que no se puede co
ntrolar, que no podemos evitar.
De nada servirán todos los avances que se han conseguido en este campo (el amplio conocimiento sobre los factores de riesgo y como luchar contra ellos), si no seguimos las recomendaciones que nos dan desde los servicios de Rehabilitación Cardiaca y los profesionales que trabajan en esto.
Es imprescindible, el conocer que hay ciertas cosas que convienen y otras que no.
Si bien no somos libres de elegir lo que nos pasa, si lo somos de escoger que actitud adoptamos ante lo que nos pasa y que respuestas vamos a dar.

La inactividad es enemiga del buen estado de ánimo. Es bueno ocupar nuestra vida con actividades que nos llenen, que nos hagan sentir bien.
Es bueno trabajar en algo que nos guste, sentirse útil, ocupar el tiempo con h
obbies, con actividades creativas, hacer ejercicio, disfrutar de nuestro seres queridos, hacer amistades, colaborar con asociaciones sin ánimo de lucro, dedicarle tiempo a algo que a lo largo de nuestra vida no hemos podido hacer (aprender alguna habilidad, volver a estudiar o empezar a estudiar).

No guardar nada para una ocasión especial, tomad conciencia del hecho de que se ha vuelto a nacer y que cada día o cada momento puede ser especial si nos lo proponemos. Si valoramos algo que merece la pena, no posponerlo para mañana.

La vida es un regalo. Está en nuestras manos que merezca la pena vivirla y eso no lo va a hacer nadie por nosotros. Se trata de un cambio de actitud, un cambio de dentro hacia fuera. No esperar que cambie nuestro alrededor, que cambien nuestras circunstancias, que cambien los demás para poder sentirnos bien, para ser felices.
La clave de
la felicidad está dentro de uno mismo.

La rehabilitación cardiaca debe formar parte de los cuidados integrales de
los pacientes cardíacos.
El obj
etivo principal de la rehabilitación cardiaca es mejorar el estado fisiológico y psicosocial del paciente. Es un proceso multifactorial que incluye entrenamiento físico, educación y consejos en relación a la reducción del riesgo, cambios en el estilo de vida, y uso de técnicas de modificación de la conducta.

Las rutinas de ejercicios que debe seguir una persona infartada después de la hospitalización deben de ser las siguientes:
  • Caminar diariamente aumentando la distancia y el tiempo según lo indique el médico
  • Vigilar su pulso durante la actividad y suspender esta si es mayor a 120 pulsaciones por minuto o menor de 80.
  • Alternar la actividad física con periodos de descanso.
  • Realizar actividades dinámicas como: caminar, subir escaleras, correr, nadar, bailar etc.
  • Reducir horas de trabajo al iniciar de nuevo la actividad.
Realizar ejercicios dinámicos mejora el trabajo del corazón, pulmones y otros órganos.

Beneficios de la rehabilitación cardiaca
  • Mejoría de la tolerancia al ejercicio.
  • Mejoría de los síntomas.
  • Mejoría de los niveles de lípidos.
  • Abandono del habito de fumar
  • Mejoría del bienestar psicosocial y reducción del estrés.
  • Reducción de la Mortalidad
Actividades a evitar

Hay una serie de actividades que se deben evitar, ya que incrementan las posibilidades de un nuevo Infarto:
  • Actividades que produzcan tensión muscular y gasto rápido de energía.
  • Ejercicio físico inmediatamente después de las comidas.
  • Toda actividad que produzca dolor en el pecho, dificultad para respirar o fatiga excesiva.
  • Evitar el calor o frío extremos.
  • Comidas abundantes y todo apresuramiento durante las mismas.
  • Situaciones que le produzcan gran tensión emocional.
  • Control elemental de las emociones a través de técnicas de relajación.

La rehabilitación cardiaca debe ser integral y abarcar todos los aspectos de la vida del paciente, tratando de eliminar aquellos factores negativos y reforzando los aspectos positivos.

El seguimiento de una rehabilitación cardiaca ayuda al paciente a alcanzar niveles de funcionamiento aceptables en las áreas familiar, social y laboral.

El infarto de miocardio es la interrupción súbita del flujo de sangre que va al corazón durante unos minutos.
Para obtener energía, el corazón necesita un suministro continuo de oxígeno y nutrientes, que son llevados al corazón por medio de las arterias coronarias.
El corazón sólo puede prescindir del suministro de sangre durante un período muy corto de tiempo sin que sufra ningún daño grave.
Cuando una de las arterias coronarias se bloquea de forma súbita, las células del músculo cardíaco no son capaces de recibir oxígeno suficiente. Con esta falta de oxígeno, las células no pueden continuar trabajando y mueren si el suministro de sangre no se restituye de forma rápida.
Las células cardíacas son muy sensibles a la falta de oxígeno. El bloqueo de una arteria grande puede causar más daños que el bloqueo de una arteria más pequeña.
Es importante reconocer los síntomas de advertencia que con frecuencia se presentan antes del infarto de miocardio y nos indican que el suministro de sangre al corazón está temporalmente interrumpido.

Signos de advertencia de un infarto de miocardio:
  • Sensación de opresión, molestias o dolor en el centro del pecho que dura unos minutos o que desaparece y luego reaparece.
  • Dolor de pecho que podría irradiarse al hombro y al brazo. El dolor también podría sentirse en la garganta, la mandíbula y el cuello.
  • Dificultad para respirar con o sin molestias en el pecho.
FACTORES DE RIESGO
  • Fumar
  • Niveles altos de colesterol
  • Sobrepeso
  • Dieta no saludable
  • Estrés
  • Falta de ejercicio
  • Diabetes
CÓMO REDUCIR LOS RIESGOS DE INFARTO DE MIOCARDIO.

La mejor forma es conocer los factores de riesgo que pudieran presentar y asegurarse de que están bajo control. Existen muchas formas de reducir el riesgo de sufrir un infarto de miocardio, incluyendo las siguientes:
  • Mantener una presión arterial adecuada
  • No fumar
  • Mantener el colesterol en niveles adecuados
  • Permanecer en un peso equilibrado
  • Llevar una dieta saludable
  • Evitar el estrés
  • Practicar ejercicio de forma regular
  • Evitar el consumo excesivo de alcohol.
Para los diabéticos, es muy importante seguir los consejos enumerados arriba, así como vigilar sus niveles de glucosa en sangre de forma regular para reducir el riesgo de sufrir un infarto de miocardio.

Además de reducir los factores de riesgo, también existen fármacos para la prevención del infarto de miocardio.

Existen tres tipos de fármacos utilizados según su forma de actuar:

Antiagregantes plaquetarios
Interactúan con las plaquetas de la sangre (tipo de célula que se encarga de formar coágulos). Este tipo de fármacos evita que las plaquetas se agrupen, sobre la placa formada por la aterosclerosis, para formar coágulos (trombos), lo que reduce significativamente el riesgo de presentar un infarto de miocardio.

Anticoagulantes
Estos medicamentos reducen el riesgo de formar coágulos por medio de un mecanismo diferente a los antiagregantes plaquetarios.

Betabloqueantes

Actúan tranquilizando al corazón, ya que en casos de tensión física o mental se incrementan la frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo que hace que el corazón trabaje con más esfuerzo. Un betabloqueante hace que el corazón necesite bombear menos sangre, reduciendo la tensión a la que este se haya sometido

OPCIONES QUIRÚRGICAS

El médico recomendará la cirugía para cada problema.
Existen 2 tipos de intervenciones:
Bypass coronario y Angioplastia.
  • Bypass coronario. Es un tipo de cirugía que utiliza un trozo de vena de otra parte del cuerpo para reconducir el flujo sanguíneo al corazón.
  • Angioplastia. Es un procedimiento menos invasivo, por el cual la arteria que tiene el estrechamiento es “reabierta”.
Es el método más común. Consiste en la inserción de un catéter a través de la arteria hasta alcanzar el estrechamiento. En el extremo del catéter hay un balón y este es inflado, empujando hacia atrás la placa o coágulo que provoca el estrechamiento. La arteria es reabierta, permitiendo de nuevo el paso normal de la sangre.
En muchos casos, una pequeña pieza de metal llamada stent es usada para asegurar que la arteria se mantenga abierta. El stent es colocado alrededor del balón de forma que cuando éste se infle, el stent se expande. El catéter es retirado, pero el stent queda colocado en su sitio.



La Sociedad Española de Cardiología (SEC), mediante un estudio publicado en la Revista Española de Cardiología (REC), alerta de la alarmante incidencia de factores de riesgo en personas cada vez más jóvenes.
El tabaco, el exceso de grasa en la sangre y los antecedentes familiares, son causantes de gran parte de los infartos de miocardio prematuros.

Según Eva Andrés, miembro de la Unidad de Investigación y Epidemiología clínica del Hospital Universitario 12 de Octubre y una de las autoras del estudio, “el tabaco multiplica por seis las posibilidades de sufrir un infarto agudo de miocardio entre los jóvenes. Concretamente, alrededor del 75 por ciento de estos pacientes que sufren un IAM son fumadores”. En España, alrededor del 90 por ciento de los infartos de miocardio que se producen en personas menores de 46 años se dan en hombres.
Esto se produce porque el tabaco y la dislipemia, son los dos factores de riesgo con mayor incidencia en el IAM prematuro, son mucho más prevalentes en hombres, aunque, según advierte la especialista, “en los próximos años el porcentaje tenderá a irse igualando entre hombres y mujeres, ya que éstas son cada vez más fumadoras”.
Concretamente, según la Encuesta Nacional de Salud (ENS), en España, alrededor de un 34 por ciento de mujeres menores de 46 años son fumadoras, mientras que en el caso de los hombres la prevalencia es algo superior, aproximadamente de un 38 por ciento.
Finalmente, el estudio refleja también el gran impacto social, médico y económico que provoca el IAM prematuro, ya no sólo por la baja o incapacidad laboral que puede llegar a suponer en pacientes que forman parte de la población activa, sino también por el mayor uso de los recursos médicos y sanitarios que, de por vida, van a tener que emplear estos pacientes.
La mortalidad a causa de un infarto agudo de miocardio en pacientes menores de 46 años ronda el 3 por ciento, pero, sin embargo, según este estudio, tienen una probabilidad mayor de reinfarto en los siguientes ocho años, alrededor de un 13 por ciento.

Hace unas décadas, la edad típica del infarto era entre los 60 y los 65 años. Hoy afecta cada vez más a gente de 35 o 40, aunque prevalece de los 55 para arriba.

CUIDADOS DESPUÉS DE UN INFARTO

Por increíble que parezca, gran porcentaje de quienes sufren un infarto cardiaco recae poco tiempo después. Ello no sucede porque el corazón falle de manera natural, sino que el paciente incumple las indicaciones médicas y olvida que debe cumplir ciertas reglas.
La obesidad y sus consecuencias, como presión arterial elevada, alta concentración de grasas en la sangre, diabetes y la ateroesclerosis, son factores importantes para experimentar un infarto.

Ser el protagonista de un infarto es una de las experiencias más desagradables que alguien pueda imaginar. Algunas personas reciben avisos de que una arteria cardiaca está a punto de colapsarse (hay ardor en el pecho que aparece súbitamente y desaparece a los pocos segundos), mientras que otras experimentan el ataque sin recibir alerta. En cualquiera de los casos, tras haber recurrido a los servicios de emergencia y cumplir con la estancia hospitalaria, el paciente deberá advertir que su vida cambiará.

Los pacientes inscritos en un programa de rehabilitación se motivan durante las primeras semanas, sobre todo porque son monitoreados y reciben charlas informativas acerca de la enfermedad, factores de riesgo y consecuencias que tendrían si se descuidan.
Así regresan a sus actividades con un plan de lo que deben hacer en relación con sus alimentos y rehabilitación física, lo cual les permite reintegrarse a sus actividades sociales y laborales.


La familia es sumamente importante en el proceso de rehabilitación, ya esta demuestra cada día interés para que no haya olvidos en la toma de los medicamentos.

De igual manera, es recomendable que el paciente sea acompañado durante su rutina física y que cada integrante de la familia acepte con convicción el cambio de hábitos alimenticios, algo que a fin de cuentas será beneficioso para todos.


La dieta de un cardiópata cambiará notablemente porque los alimentos fritos y grasosos deberán desterrarse por completo.
En su lugar se deberá comer carne de pollo o pescado a la plancha, acompañados de una generosa ensalada o porción de verduras al vapor. Del huevo tan común en nuestro menú, sólo se consumirán las claras, de los quesos se dará preferencia a los que son frescos.
Si gustan los embutidos, lo mejor será acostumbrarse a la pechuga de pavo, o jamón serrano (sin la grasa) ya que los embutidos de cerdo quesos grasos y tocino no tienen cabida en el nuevo régimen.
Además se restringirá el consumo excesivo de sal y azucares refinados.


Este tipo de recomendaciones generales deberán ser personalizadas por un médico, quien establecerá un régimen adecuado después de conocer en profundidad el estilo de vida de la persona que sufrió el infarto.


También debemos tener especial atención con el estrés y la depresión.
Difícilmente podremos encontrar a alguien que afirme estar libre de preocupaciones laborales o sociales, sobre todo ahora que experimentamos una crisis económica mundial. Sin embargo, el famoso estrés es una condición que afecta de manera directa a las personas que han sufrido un infarto.
La tensión se considera un factor de riesgo menor en ciertas enfermedades, pero en quien ha sufrido un infarto es mucho más importante, ya que un individuo estresado segrega ciertas sustancias que contraen los vasos sanguíneos, de allí la importancia de que el paciente, a la par del tratamiento convencional, aprenda a controlar sus emociones, ansiedad y preocupaciones.

La expectativa de vida de un paciente con infarto depende de la cantidad de tejido cardiaco que haya muerto durante la emergencia. Sin embargo, si se trata de una persona relativamente joven que ha experimentado el suceso sin mayores complicaciones, o bien, alguien sometido a una revascularización de la arteria con éxito, el riesgo de repetir un evento similar es muy bajo, siempre y cuando se sigan las recomendaciones de rigor.
Sin embargo, un individuo que desestime las recomendaciones médicas tiene más posibilidades de sufrir otro evento de esta naturaleza durante los próximos tres años. Cada vez se conoce más de este tipo de padecimientos y un mayor número de pacientes con infarto toman conciencia de su enfermedad.
De cualquier manera, el tabaquismo es muy alto y cada vez se empieza a fumar a edades más tempranas. A ello hay que sumar también la drogadicción, que en los últimos años ha aumentado considerablemente y que deja como secuela a jóvenes infartados.

EL INFARTO EN LAS MUJERES
Según las Estadísticas las mujeres entre 35 a 64 años de edad presentan un riesgo de infarto 4 veces menor que los hombres de esta edad.
Después de la menopausia, el número de infartos en las mujeres se aproxima al de los hombres de esta misma edad.

Descripción del infarto en la mujer
Los síntomas de ataque cardiaco son más sutiles en las mujeres que en los hombres. Como consecuencia, se hace más difícil identificar a tiempo un infarto. Eso podría explicar por qué la tasa de mortalidad tras un infarto es mayor en la mujer.

¿En qué son diferentes los síntomas en las mujeres?
Tanto en hombres como en mujeres, el síntoma más común de un ataque cardiaco es algún tipo de dolor, opresión o molestia en el pecho. Sin embargo, este síntoma puede no ser agudo, ni siquiera relevante en las mujeres. De hecho, los signos y síntomas torácicos no suelen ser tan intensos en la mujer. En cambio, son frecuentes: las molestias en el cuello, los hombros, la espalda y el abdomen; la falta de aliento; las náuseas y vómitos; los sudores; el mareo y la confusión; y la sensación de cansancio intenso.

En presencia de síntomas de ataque cardiaco o ante la mínima sospecha, la mujer (y el hombre) debe llamar a urgencias inmediatamente e indicar su situación y actuar según las instrucciones que le indiquen. Por supuesto, la afectada o afectado no debe coger el coche en ningún caso.

Pocas personas saben que la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en la mujer. ¿Cómo no se difunde mejor esa realidad?
Muchas mujeres siguen creyendo que la primera causa de muerte en la mujer es el cáncer de mama. Tienen interiorizada la idea de que los problemas cardiacos son cosa de hombres. Incluso mujeres fumadoras, hipertensas u obesas no establecen conexión con su riesgo. El gran temor es, efectivamente el cáncer de mama.

Nuevos estudios están ayudando a identificar las lagunas en el conocimiento y generando mejores tratamientos. Los médicos son cada vez más conscientes de las diferencias entre los sexos y actúan en consecuencia. En cuanto a las mujeres, toda la información es poca para prevenir esta implacable enfermedad.

101 Preguntas con Corazón Editado por la FUNDACIÓN ESPAÑOLA DEL CORAZÓN